Pacharán MOS DE P'AS: lo barato sale caro



La semana pasada mi amigo Santiago me trajo una botella de este pacharán porque le llamó la atención su extraño nombre en Alcampo y la compró para probarla juntos. Acertó que no la conocía al estar hecha lejos de mi tierra: y es que el pacharán está elaborado en Toledo.
La botella es una frasca con un etiquetado que podemos definir como moderno, pero lo que más sorprende es su tapón. La sobretapa es de plástico imitando madera y al sacarla deja a la vista un vertedor de goma o silicona muy práctico porque no gotea. Con esto resuelve el defecto que siempre tienen las frascas: yo siempre las evito porque son malísimas para servir el pacharán ya que gotean y terminan dejándote la mesa y la frasca sucias y pegajosas. El tapón soluciona el problema y además resulta curioso en la botella, también es mucho más limpio que los tapones de corcho. De hecho Santiago me ve tan interesado en el tapón que se apresura a decirme que, cuando la botella se termine, el tapón se lo queda él.
Hasta aquí todo bien, pero el problema comienza cuando ponemos el pacharán en la copa. Lo vemos caer y su color prácticamente asusta: un rojo-rosado espectacular, muy brillante y con una tonalidad tan viva que parece que acaba de nacer. Un color que ningún pacharanero ha visto salir de la maceración de sus endrinas y que, antes de llevar la copa a la nariz, nos hace arrugar el entrecejo expresando nuestra incredulidad y desconfianza.
Acercamos la copa a la nariz aunque la verdad es que tampoco hacía falta acercarla demasiado: el aroma es tan fragante que se huele a distancia. Un intenso aroma de caramelo, dulzón y penetrante, que en nada recuerdan ni al anís ni a la endrina y que arrastra nuestra memoria hasta las tiendas de chucherías de la infancia. 
Damos un sorbo. Resulta espectacular: una sensación de piruleta recorre nuestra boca dejando a su paso un impactante sabor ácido. Tragamos y enseguida desaparece de la boca dejando sólo un ligero dulzor. El recuerdo que nos deja ya no es el de las gominolas de nuestra infancia: reconocemos en él un gran parecido con las nuevas golosinas de gel sin azúcar que ahora encontramos en las tiendas y que son densas y dulces pero a la vez sosas, sin sustancia, y tras comerlas sólo dejan en la boca una sensación de apetito insatisfecho.
Tras el decepcionante trago los dos hacemos a la vez la misma pregunta: ¿cómo es posible que lo hagan tan malo? Porque es tan sencillo hacer pacharán que lo difícil es hacerlo mal. Y es que no parece que hayan seguido el sencillo procedimiento de recoger endrinas y macerarlas en anís.
Mi amigo Santiago no se muestra tan disgustado como yo y me dice que, a fin de cuentas, lo compró barato: algo más de 6 € recuerda que le costó. Pero a mí me parece que, mientras lo vaciamos por la fregadera, está cambiando de opinión porque me  dice: Quizás el pacharán fuera barato, pero este es el tapón de silicona más caro que nunca compré.

Datos:             Mos de P’as
Pacharán
25% vol
6,4 € (Alcampo)
TAVASA
Casarubias del monte  -TOLEDO-