Para hacer el pacharán ponemos las endrinas en anís para que éste retire del fruto los componentes que caracterizan al pacharán: su color rojo, su aroma afrutado, la acidez y astringencia de su sabor. El anisado irá extrayendo estas características desde los primeros días y al cabo de una o dos semanas veremos que el anisado en contacto con los arañones ha tomado color rojo, el resto del anisado está transparente. Tenemos que mover la botella porque, en caso contrario, sólo la parte del anisado en contacto con el arañón extraerá sus características.
Haremos esta operación al menos una vez por semana; podemos observar cómo el color del pacharán en contacto con las endrinas es mayor que el del resto y al agitarlo todo se homogeniza. Sin embargo a los dos meses ya no apreciamos diferencias de color y al agitarlo no vemos que se difunda color por la botella.
Por
ello deberíamos limitar la maceración a esos tres meses. Porque si ya hemos
extraído todo lo que el arañón nos puede aportar, ¿para qué arriesgarnos a
estropear estos meses de trabajo?
Y
si nos fijamos en la tradición veremos que coincide con nuestra observación.
Porque, en mi familia y en muchas otras, las endrinas se recogían en septiembre
(un poco pronto para mi gusto) y manteníamos la maceración hasta el inicio de
las navidades. Todavía recuerdo que los primeros días de las vacaciones
escolares retirábamos las endrinas y nos dejaban comer algunas, mucho más
dulces que cuando las recogíamos del árbol.