Momento pacharán ruidoso



Hoy  de nuevo disfruto de mi momento pacharán: estoy sentado en mi sillón después de cenar y escucho música a bajo volumen saboreando mi pacharán a pequeños sorbos, como a mí me gusta. Y también me gusta escuchar la música así, con poco volumen, porque me permite leer mientras la escucho de fondo. También porque pienso que así no molesto a los vecinos.
Aunque, claro, sólo lo puedo hacer cuando los vecinos no me molestan a mí. Porque hay vecinos que disfrutan poniendo la música alta y entonces tengo que subir el volumen. Hay ocasiones en que, incluso, termino apagando la mía: por mucho que suba el volumen no consigo tapar la otra música y sufro esa cacofonía tan molesta que ocasionan las dos músicas desacompasadas. Esas noches escucho la música de mi vecino a pesar de que no estoy muy de acuerdo con su gusto musical.

Otras noches no es la música lo que estropea mi momento pacharán: son los gritos de las cada vez más habituales disputas de la pareja de vecinos los que alteran las vibraciones. Las discusiones son siempre similares: comienzan por frases con volumen de voz in crescendo, continúan con insultos y gritos hasta que de repente... se hace un repentino silencio.
Y descubro que los silencios bruscos pueden alterarme más que los gritos. ¿Qué habrá pasado? ¿Por qué callaron de forma tan repentina? Dejo que la imaginación trabaje un poco y ya me parece oír las sirenas de ambulancia y policía, voces en la escalera... entonces freno mi imaginación y creo acertar suponiendo que cada uno salió para un lado, a la habitación y al salón, o a la cocina y al baño... Entonces los imagino rabiando a solas, afianzándose cada uno en su postura, construyendo murallas para dejar a su pareja fuera, sintiéndose cada uno en posesión de toda la razón.
Aunque quién sabe, quizás estén dándose cuenta de que discutían por una tontería, que nadie tenía culpa de nada. Sí: quizás estén camino de la reconciliación... y espero que sean menos ruidosos reconciliándose que discutiendo.
Pero hoy disfruto de la música con poco volumen, sin ruido y, a pesar de ello, me acuerdo de los vecinos ruidosos. Quizás por la conversación de esta tarde en el ascensor. Una vecina me dice: ¿Ya sabes que los de arriba se han separado? Y pienso, claro, ahora me explico lo de las noches tranquilas de esta semana. Y casi meto la pata y lo pienso en voz alta pero por una vez la prudencia me ayuda y me oigo dar la respuesta políticamente correcta, ¿Qué me dices? La vecina, por supuesto, está de acuerdo, Sí, menuda sorpresa.
Y esta noche saboreo mi copa de pacharán recordando la "sorpresa" de la vecina, porque que sé escuchaba las broncas nocturnas tan bien como yo. Y, todavía algo avergonzado, noto el sentimiento de alivio que experimenté al oír la noticia y descubrir que las noches de silencio serán duraderas.