Peineta



Cada vez echan más tarde los partidos de fútbol en la televisión. Hace unos años podías verlos merendando con la cuadrilla. Más tarde coincidían con la cena. Pero hoy en día puedes verlos tranquilamente después de cenar, tomando una copa de pacharán navarro. Aunque también es cierto que hay días que puedes ver uno merendando, continuar con otro durante la cena y terminar la noche viendo otro tomando una copa.

Esta noche tras la cena veo el partido en la televisión del bar mientras disfruto de mi copa de pacharán a pequeños sorbos, como a mí me gusta. Y hoy, aunque el partido me parece tan aburrido como casi siempre, lo veo entretenido observando a los jugadores: en lugar de seguir el juego permanezco atento a sus gestos cada vez que se produce un roce entre varios rivales.
Y todo porque antes de comenzar el partido hubo una pequeña disputa en el bar. Dos aficionados enfrentados discutían sobre alguna jugada de la jornada anterior hasta que uno de ellos le gritó al otro ¡¡vete a la mierda!! En ese momento mi memoria retrocedió varias semanas a aquel viaje a Huesca durante el que visité el castillo de Loarre, espléndida muestra del románico y del entonces pujante Reyno de Navarra.
La visita guiada es atendida por Raquel, una guía muy simpática que no duda en utilizar todo tipo de ejemplos y anécdotas para hacer más interesante todavía la visita. Así, cuando llegamos a una de las letrinas que tenía el castillo durante su uso como monasterio, nos cuenta de forma bastante gráfica cómo eran entonces las rutinas de aseo en esos menesteres. Evidentemente no había papel higiénico; tampoco nada con que limpiarse, ni tan siquiera hojas ni hierbas dentro de un edificio aupado en una roca. Por lo tanto utilizaban lo que, nunca mejor dicho, más a mano tenían: la mano. Pero no cualquier mano: la mano derecha se consideraba la mano pura y se utilizaba para comer, para escribir, para cerrar los tratos… La izquierda, sin embargo, era la mano impura y la que usaban para limpiarse después de hacer las necesidades.
Más adelante el sistema de limpieza mejoró. En las letrinas, según nos cuenta Raquel, había un pequeño trapo con un agujero en el centro. El sistema de limpieza a aplicar muy sencillo: coges el trapo, metes el dedo corazón de la mano izquierda por el agujero y te limpias con el dedo. Después te limpias el dedo con el trapo y dejas el trapo en la letrina para el siguiente prójimo.
Y de ahí viene, por lo visto, el gesto con que acompañamos la expresión ¡¡vete a la mierda!!: mano izquierda cerrada con el dedo corazón extendido como enseñando al rival ese dedo impuro, quién sabe si todavía manchado con restos tras la última limpieza. Lo que ya no explica Raquel es por qué llamamos peineta a ese gesto.
El caso es que, aunque el aficionado del bar no ha hecho el gesto mientras gritaba a quien ahora vuelve a parecer su amigo, sí ha refrescado mi memoria y por eso ahora me entretengo siguiendo a los jugadores seguro de que alguno lo hará. Simplemente por curiosidad: quiero comprobar si lo hace bien y usando la mano impura, la izquierda. Puede resultar extraño pero con algo hay que entretener un partido tan aburrido.
Pero el partido es tan malo que ni tan siquiera hay roces entre los jugadores por lo que me decido a recurrir a Google. Escribo en Google la palabra peineta, selecciono la búsqueda de imágenes y en seguida aparece, rodeado de peinetas de las de sujetar el pelo, un perfecto gesto de peineta: hecho con la mano correcta, la izquierda, y acompañado de la mirada desafiante que uno espera de estos lances.
Reconozco en seguida a quien hace la peineta y, algo sorprendido por su perfecta representación del gesto, me pregunto: ¿también él visitó Loarre?


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