Septiembre

Estoy tomando mi copa de pacharán navarro en la barra del bar al inicio de este mes de septiembre.
La tomo a sorbitos, como a mí me gusta, mientras miro el periódico echando de menos los que ojeaba en agosto: esos días daba gusto pasar las páginas disfrutando la ausencia de noticias negativas. Como políticos, banqueros, jueces y futbolistas estaban de vacaciones sus noticias eran sustituidas por reportajes entretenidos, crónicas de festivales y conciertos, fiestas de pueblos, olimpiadas y alguna vuelta ciclista.
Cómo ha cambiado el periódico con la entrada de septiembre: volvemos a encontrar las noticias políticas de siempre, los problemas de deuda, rescates,… y el fútbol ocupando todas las páginas del deporte.
Y pienso que son muchas las cosas que se inician, o reinician, en el mes de septiembre. Quizás deberíamos pensar en cambiar la tradición y celebrar el nuevo año la noche del 31 de agosto, a fin de cuentas también es cuando tenemos uvas en las viñas.
Desde chico he mantenido un sentimiento de cambio en estas fechas. Recuerdo esa especie de vértigo y cosquilleo en el estómago que entonces me causaba el inicio de un nuevo curso y el final de dos meses de vacaciones. Y aunque hace mucho tiempo que dejé el colegio aún mantengo este sentimiento de comienzo de curso en estas fechas: llega el 31 de agosto y para mí es el fin del verano (da igual que queden 21 días para el cambio de estación oficial) y comienza un nuevo ciclo anual. Y siempre comienza como en año nuevo, renovando los compromisos de todos los años: hacer más deporte, salir al monte los fines de semana, estudiar inglés porque este año sí que voy a aprender…
Termino mi copa consciente de que ya llevo dos semanas de retraso en mis renovados compromisos. Por eso esta tarde, nada más llegar a casa, enciendo el ordenador para escribir, algo tarde, la primera entrada del nuevo curso.