Pedir perdón


Hace unos días me quedé sorprendido al ver en televisión a una personalidad pidiendo perdón públicamente por algo que había hecho mal. “Lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir.”
Hubo mucha gente que criticó esta petición de perdón. Que si es una fórmula, que si se lo han escrito, que no es suficiente… 
Yo no sé si será suficiente pero, por lo menos, es. Por eso me quedé muy sorprendido al escucharle, al ver su expresión en la pantalla. También después, cuando me di cuenta de que mi sorpresa no era compartida por otros. No sé, pensé, quizás estén más acostumbrados que yo a estas peticiones públicas de perdón: con el arrepentimiento por delante, reconociendo el error cometido y el compromiso a no volver a errar.
La personalidad pública que sí lo ha hecho y ha pedido perdón en televisión cometió el error de ir a cazar elefantes. No parece un delito. Pero está mal visto, es inmoral en este tiempo de crisis… así que fue un error y así lo admitió.
Sin embargo a mí me hubiera gustado ver en su lugar otras caras, oír otras voces. Caras y voces que aseguraban actuar por nuestro bien cuando en realidad estaban robándonos y malgastando nuestro dinero. Aquella voz que nos decía que confiáramos en él, que sí que había armas de destrucción masiva. O esas caras desconocidas que han estado matando por razones que ahora a todos parecen absurdas y equivocadas. Y tantas otras caras que ya sólo recuerdan los mayores: aquellos que violaron, asesinaron y enterraron.
Por eso cuando veo de nuevo las imágenes del Rey sólo siento que sea imposible cambiar su cara, cambiar su voz, por las de aquellos de los que tanto tiempo llevo esperando arrepentimiento. Entonces escucho sus últimas palabras: “no volverá a ocurrir”.
Y pienso que tiene razón: no volverá a ocurrir. Nadie más pedirá perdón.