Enero

Esta noche de enero de nuevo disfruto de mi momento pacharán: sentado en el sillón escucho música dando sorbos de mi copa de pacharán navarro.
Por alguna razón siempre el primer mes del año se nos hacen las cosas más cuesta arriba, o al menos eso tendemos a decir.
Y es curioso porque el mes pasado veíamos enero con ilusión: como siempre, queríamos empezar un nuevo año con mucho ánimo, con nuevos proyectos y renovados compromisos…
Han pasado sólo unas semanas pero por nuestro cambio de ánimo parece que realmente haya pasado el año que marca el calendario. Porque acabamos de colgar el calendario del 2012 en la pared, hemos arrancado la primera página para dejar a la vista enero y lo que antes veíamos con ilusión ahora nos transmite apatía y pereza, cuando no temor.
Los nuevos proyectos los aplazamos, quizás sea mejor comenzarlos en primavera. Alguno es posible que incluso reviva el próximo diciembre.
Los compromisos no los vemos renovados, hoy nos parecen los mismos de todos los años y directamente los abandonamos: ya dejaremos de fumar, empezaremos a hacer deporte y nos esforzaremos en aprender inglés cuando de verdad sea necesario.
Las ilusiones se desvanecen, nuestro estado de ánimo se hunde y nos cuesta avanzar, como si realmente estuviéramos subiendo una cuesta.
Eso sí, todavía queremos que sea un buen año. De hecho todavía nos queda un poco de ilusión. O no, quizás sea sólo una vaga esperanza, que siempre se ha dicho que los años bisiestos son buenos.